El mediador no impone soluciones ni toma parte sobre quién puede llevar razón o decir la verdad. Estando en el mismo plano que los clientes, conservando una equidistancia funcional, por medio de técnicas pedagógicas regula el proceso de comunicación y lo conduce a una posible solución en la que todos ganen o, al menos, las partes queden satisfechas.
La participación en la mediación familiar siempre es voluntaria, pudiendo ser abandonada por las partes en cualquier momento, es confidencial, y está basada en el diálogo.
La mediación es recomendable en:
- Situaciones de separación o divorcio, con hijos a cargo.
- Conflictos entre padres e hijos.
- Acuerdos y conflictos familiares de difícil resolución.
- Problemas en la atención de personas dependientes (mayores, discapacitados...)
- Situación de conflicto por herencias y repartos patrimoniales.
- Procesos de comunicación complicados en cualquier otro ámbito general.
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