Por ello los padres, sirviendo de modelo, tienen la tarea de enseñar a los niños, desde que son pequeños, el valor del diálogo. Darles la oportunidad de preguntar, razonar y plantear cualquier duda. Siempre manteniendo el respeto y aprovechando esos momentos para reforzar su aprendizaje y disfrutar con sus palabras. Educar es todo un arte que hay que mantener con constancia.
A lo largo de la vida los padres se enfrentarán al reto de descifrar lo que hay detrás del silencio de sus hijos. Para ello deberán observar sus conductas, sus expresiones, sus gestos y movimientos, el tono de voz....
Para comunicarse y darles la oportunidad de compartir, es imprescindible convivir a diario. Hay que sacar tiempo y establecer unos horarios en los que la familia, padres e hijos, se encuentren e intercambien experiencias, sentimientos, vivencias. Esto puede potenciarse los fines de semana o los periodos vacacionales en los que hay más ocasiones para la convivencia. Es esencial profundizar en lo que ellos quieren transmitir. No quedarse en el hecho puntual, sino plantear y reflexionar acerca de cómo ellos lo han vivido, cómo se sienten, qué representa en su historia de aprendizaje. Que ellos sientan que están a su lado y que les apoyarán cuando lo necesiten.
Es en el caso en el que haya un mutismo puntual, un silencio asociado a una posible situación problemática que implique malestar en su hijo, o dificultades en la convivencia, cuando se debe acudir a un especialista.
Una correcta comunicación, condiciones adecuadas y el afecto son factores imprescindibles si se quiere contar con su confianza.
Libro recomendado: Lo que ocultan los hijos (Javier Urra)
No hay comentarios:
Publicar un comentario