Voy a
empezar por exponer algo que puede resultar una obviedad. No todos los
días son buenos, ni todas las situaciones a las que nos enfrentamos nos
resultan agradables o placenteras. La vida a veces se presenta “dura” o
nos expone a un malestar del que no podemos escapar o no podemos
cambiar.
En
el marco de la terapia hablamos de esto en muchas y muchas ocasiones,
aunque nuestro objetivo no es quedarnos ahí. Trabajaremos para aprender a
aceptar el sufrimiento y hacer cosas para salir de ello es nuestro
deseo. Esto es compasión, bien hacia nosotros, bien hacia los demás.
Hacer
limonada cuando la vida te da limones representa sacar lo mejor de
nosotros y de las circunstancias. Implica sacar lo que nos pueda ayudar
para salir de los momentos difíciles. No es fácil, pero es posible.
- Recoge aquello de lo que puedas aprender: Puede ser algo pequeño, puede parecer poco, pero con el tiempo puede ser la semilla de algo que crezca y dé un gran fruto. Toma una actitud constructiva. Pon el foco en sacar lo que para ti puede ser enriquecedor, a pesar del dolor y del malestar.
- Mira el momento como un reto para ti: Piensa que, a pesar de las dificultades, puedes hacer cosas para colocarte en posición de control. Sustituir el lenguaje interno de “no soy capaz…” por “soy capaz…” es clave para este momento.
- Decide hacia dónde miras: aunque es algo que cuesta, tú puedes elegir cómo quieres estar. Tu mente es como una linterna que pone el foco en un objeto. Así que ponla a iluminar en lo que te interesa para estar bien. Impide que se cierre y que solo ilumine lo que te provoca malestar.
- Regula tus emociones: Acepta que aparezcan aquellas que te puedan resultar incómodas (tristeza, rabia, miedo entre otras). No trates de echarlas. Están ahí por algo y para algo. Míralas, ponles nombre. Luego, haz cosas para minimizarlas. Realiza actividades distractoras, placenteras, agradables. Actividades que te relajen.
- Pon plena atención a tu lenguaje: Redirige adecuadamente tus emociones adoptando un lenguaje que te empodere. Usa un lenguaje con expresiones que reduzcan las emociones molestas dando lugar a la aparición de emociones que te resulten menos intensas, e incluso que sean más agradables. No es lo mismo decir “tengo que…”, que “voy a…”; mejor “me gustaría…” que decir “necesito que…”. Pequeños cambios dan grandes resultados.
- Conductas placenteras como el humor, el juego, el baile, escuchar música, dibujar… dan lugar a la producción de sustancias (endorfinas, serotonina…) que nos ayudan a encontrarnos mucho mejor. Es pura biología y al cuerpo hay que mimarle. No olvides que, además de mente, somos cuerpo.
- Pide ayuda o déjate ayudar por personas que te resulten nutritivas para ese momento. Podrán ser amigos, familiares, profesionales… Apelar a la conexión social es una respuesta natural en el ser humano.
- Y, por último, si ves que te resulta muy complicado o no cuentas con los recursos que en ese momento necesitas, no dudes en pedir ayuda a un profesional. El psicólogo es la persona que te puede escuchar, entrenar y acompañar hasta que tú puedas ser tu mejor guía.
En nuestras manos está el lograr nuestro propio bienestar, armonía y equilibrio personal.
Dejo
aquí el enlace con otra entrada de este blog que tal vez os pueda
ayudar: Decide cómo quieres que sea tu día. Un precioso texto de Mario
Benedetti (escritor, poeta y dramaturgo uruguayo).
Me han gustado mucho las 8 pautas de las que hablas. Es una publicación interesante. Gracias.
ResponderEliminarMe alegra mucho. Ahora toca poner en práctica.
ResponderEliminarGracias a tí también.