Desde
aquí os invito a leer el artículo titulado “Por qué las mentes más brillantes necesitan soledad” (del periódico El País).
A
mí me ha recordado a todas esas personas que, en algún momento, han
pasado por una terapia sufriendo, con el peso de “ser introvertidos y
que los demás no les entiendan”. Como si ello fuera un problema.
Personas que además de disfrutar de su libertad, se enriquecen con su
soledad, se sienten a gusto y obtienen importantes beneficios.
Aclaro antes de seguir, que no soy partidaria de etiquetaciones como la que aquí consideramos de “ser extrovertido o introvertido”. Las personas, en función de cómo son nuestras conductas, nos identificamos más con una cosa u otra. Entendiendo además, que lo habitual no es ser el cien por cien de cada una de estas etiquetas.
Como dice el artículo vivimos en una sociedad en la que ser introvertido es algo que no está muy bien aceptado. Está visto como un defecto, una carencia de habilidades sociales, en resumidas cuentas, un problema. Sin embargo, estas personas manejan su día a día de una forma en la que priorizando su mundo interno, viven con sus pensamientos, sus sueños, sus reflexiones y su propia estimulación, sin necesidad de la presencia de otro.