A lo largo
de la vida de la persona, hay momentos en los que la confluencia de
unas cuantas circunstancias adversas acaban produciendo un estado
importante de tristeza e insatisfacción.
No siempre el problema se
deriva de un problema intenso, concreto y puntual. La suma de pequeñas
adversidades va minando el bienestar y puede acabar desembocando en un
malestar general importante. Entra entonces dentro de la normalidad el
que surjan emociones y sentimientos como la tristeza, desencanto,
indefensión, ira, etc. ya que tienen, todas ellas, una función
adaptativa para el ser humano.