Por qué pensar que “nuestro psicólogo nos puede comer el coco”

Es frecuente escuchar entre los usuarios la frase de “en casa me han dicho, ¿te vas a dejar comer la cabeza por el psicólogo?”, o expresiones como, “yo no voy al psicólogo a ver si me va a comer el coco”.

Lo que se pretende con esta entrada es tranquilizar a la persona que acude a pedir ayuda terapéutica y se encuentra insegura acerca de la posibilidad de que le manipulen, de que le llenen la cabeza de ideas raras, le vayan a convencer de cosas.

La profesión de psicólogo, al igual que otras profesiones, se rige por unos principios éticos que están recogidos en el Código Deontológico español de la profesión de Psicólogo/a. Éste Código está destinado a servir como regla de conducta profesional, en el ejercicio de la Psicología.

Entre los principios básicos que cualquier intervención debe cumplir están el de buscar el beneficio para la persona, evitando cualquier daño; respetar la autonomía y mantener la confidencialidad; informar adecuadamente para que la persona decida con libertad y se comprometa con el trabajo. El psicólogo debe mantenerse en una posición imparcial, y trabajar de manera incondicional, independientemente de las características del cliente.

El objetivo del terapeuta siempre será, por lo tanto, procurar que las personas que solicitan sus servicios se sientan respetadas, obtengan respuesta adecuada a su demanda y puedan ejercer su derecho con plena libertad. Eso implica que la persona tenga el control absoluto de todo lo que hará o decidirá en el proceso terapéutico.

No podemos obviar la importancia que tiene el que la persona se informe bien antes de acudir al psicólogo. Estoy aludiendo al intrusismo. Actualmente, hay personas que se llaman terapeutas y ejercen como tal sin tener el Título oficial de Psicología.

El psicólogo para poder ejercer la profesión tiene que tener su número de colegiado y si hace tratamiento tener la acreditación de personal sanitario o psicólogo clínico. De esta manera se acreditan los conocimientos teóricos y la experiencia que se necesitan para ejercer la profesión.

Por ello, y comprendiendo todo lo anterior no tenemos por qué pensar que “nuestro psicólogo nos pueda comer el coco”. Así que adelante, si estás pensando en hacer una terapia, busca bien y ponte a resolver lo que te preocupa.