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Frase de la semana

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lunes, 3 de junio de 2013

Sospecho que mi hij@ se autolesiona ¿qué podemos hacer?

Ante una situación de este tipo, lo primero, es tener un conocimiento bueno del problema al que se enfrentan. Es un buen punto de partida saber que la autolesión es una conducta que se ha aprendido para manejar ciertas situaciones y, que al igual que otras muchas conductas, se puede desaprender para aprender otra más adecuada y adaptativ.

La conducta de autolesión suele desarrollarse en la adolescencia. Muchos la abandonan sin necesidad de ayuda, pero en algunos casos y en función de las variables que subyacen al problema puede persistir hasta la edad adulta. Hay quienes lo mantienen en secreto desde hace años, a pesar de sus consecuencias.
Cuando una persona cree que alguien realiza esta acción, lo mejor que puede hacer es apoyar a esa persona para que encuentre una salida al dolor que padece en silencio.

¿Por qué una persona se autolesiona?

La autolesión consiste en hacerse un daño físico en respuesta a situaciones de estrés y de sufrimiento psicológico. Funciona como un mecanismo aprendido que permite regular la presión emocional. Precisamente, la adolescencia es una etapa evolutiva en la que las nuevas experiencias, nuevas relaciones y la necesidad de forjar una nueva identidad incrementan la vulnerabilidad y esa presión emocional. Estas personas manejan el dolor físico frente al dolor emocional.

Son muchas las variables que originan y mantienen este tipo de comportamientos: escapar de situaciones en las que es difícil controlar emociones como la ira, frustración, soledad, agresividad; buscar el alivio y la tranquilidad; llamar la atención; comunicar el malestar; acciones que responden a estados psicóticos y orgánicos; autocastigo por el propio rechazo al cuerpo, el sentimiento de culpabilidad, etc.

Lo que mantiene estas acciones es que efectivamente obtienen un alivio y una calma que de otra manera no pueden conseguir. Si bien esto es a corto plazo, con el tiempo, la tolerancia al dolor puede aumentar, de modo que tienen que hacerse un daño más severo e incrementar la frecuencia para obtener la misma sensación, entrando de esta manera, en una espiral de la cual no es fácil salir. Se crean patrones de comportamiento y cadenas conductuales difíciles de interrumpir una vez que se ponen en marcha.

Por otro lado y según la teoría biológica estos daños en el cuerpo desencadenan la liberación de endorfinas (opiáceos naturales del cuerpo) que producen una sensación de bienestar y alivian el dolor, llegando a crear adicción y por lo tanto a mantener esa conducta repetidas veces.

A todo esto hay que añadir ese silencio que mantiene invisible el problema. Este tipo de personas suelen vivir su situación con miedo, vergüenza, culpa e incluso impotencia. No suelen desear que los demás lo sepan. De ahí la dificultad que hay para que esto salga a la luz y reciba el tratamiento adecuado.

¿Qué se puede hacer ante esa situación?

Si descubre que su hij@ u otra persona, realiza esta conducta, lo primero que debería hacer es hablar con él/ella. Si no le resulta fácil pida el asesoramiento de un profesional. Siempre la comunicación debe ser afectiva y tranquila. Es necesario que se sienta comprendida, apoyada y que se involucre en la resolución de su problema.

Es importante evaluar el peligro y la gravedad de la situación para tomar las medidas oportunas.

La persona que se autolesiona tiene que aceptar que tiene un problema. No se puede hacer mucho si no desea cambiar esa situación. Para ello, habrá que tratar el problema con mucha paciencia y comprensión.

Además, es muy conveniente que se informe, que entienda los mecanismos que originan y mantienen este tipo de conductas tan desadaptativas. De esta manera estará mejor preparada y más motivada para modificar sus acciones y adquirir nuevas estrategias de respuesta ante las situaciones difíciles.

Si en su propio entorno se puede ayudar la persona a manejar las emociones y a cambiar su conducta, se le orientará en todo lo que necesite y se pedirá su colaboración. Si el caso resulta de mayor complejidad, lo mejor es acudir a un psicólogo. Una vez que el profesional haga la evaluación y el análisis del problema, quien vive esta situación aprende a manejar herramientas y recursos para enfrentarse a futuros problemas y de esa manera obtener un buen desarrollo y enriquecimiento personal.

Si eres tú mismo quien sufre este problema, comentarte que tu situación puede cambiar desde este mismo momento. La puerta al cambio se abre cuando uno decide que no tiene por qué seguir siendo infeliz y que, como dueño de su propio destino, son muchas las cosas que puede hacer por su propio bienestar y su desarrollo personal.

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