
- Cuando practiques ejercicios enfocados a reducir los pensamientos, lo primero que conviene hacer (en la medida de tus posibilidades) es tomar conciencia de las sensaciones y experiencias del momento.
- Concentra, la atención enfocada y sostenida en un objeto, bien del mundo interior o exterior (sonido, movimiento de la nariz o pulmones al respirar, objeto), ayudando a que la mente desconecte (que no es que la mente se quede en blanco, sino que haces un cambio en el foco de la atención).
- Si irrumpen pensamientos, déjalos ir. Aparezca lo que aparezca, solo obsérvalo. No analices, ni juzgues, ni emitas opiniones sobre lo que ves, oyes o piensas, ni te recrimines por ello. Déjalos marchar.
De esta forma lograrás que la actividad cerebral disminuya y la respiración se haga más lenta y más profunda, contribuyendo a que aparezcan sensaciones de relajación y de tranquilidad.
Es un acto voluntario que puede resultar difícil al principio, pero si se practica de forma reiterada, poco a poco se logra mantener la concentración durante el tiempo suficiente para lograr la calma deseada y el control mental. Se convertirá así, en una gran herramienta que nos ayudará a manejar mejor nuestro día a día.
Podemos además, incorporar otros elementos que abrirán la puerta a sentirnos aún mejor: fortalecer la aceptación, tolerancia y compasión.
Espero que con todos estos ingredientes y su puesta en práctica te pueda resultar más fácil controlar los pensamientos intrusivos e indeseados, y por lo tanto ser más libre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario