¿Cómo actuar ante la soledad?

El motivo de hacer esta entrada es la frecuencia con la que, en las sesiones de terapia, algunas personas muestran su dificultad para gestionar o salir de la sensación de soledad. Hablamos de una experiencia habitual a la que se enfrenta el ser humano en algunos momentos de su vida. En ocasiones, se trata de una sensación pasajera que surge a partir de ciertos acontecimientos, pero en otros momentos se instala en la persona dando lugar a rumiaciones y pensamientos que poco a poco generan una espiral de dolor.

Para poder actuar sobre ello lo primero que tenemos que hacer es comprender la diferencia que hay entre “estar solo” o “sentirse solo”. En muchas circunstancias estamos solos, siendo éste un estado que nos resulta agradable, cómodo, nos permite estar con nosotros mismos e incluso nos ayuda a concentrarnos en nuestros propios intereses.
El problema surge cuando la persona vive y percibe su situación con sensación de soledad. Esta puede responder a múltiples motivos: la pérdida de una persona, una ruptura amorosa, no saber estar solo, tener dificultades para relacionarse con los demás... No importa la edad, desde el niño hasta el mayor, pasando por todo el rango de edades, se puede vivir con esta sensación.

¿Qué hacer entonces cuando nos encontramos afectados por esa sensación de soledad? ¿Cómo podemos vencer estos momentos?

A continuación os presento algunas orientaciones básicas que facilitan el manejo de este problema, teniendo en cuenta que cada persona tiene una historia particular e individual, y que cada situación se encuentra condicionada por una serie de variables que la hacen también diferente y que nos obliga a considerar.

• En primer lugar, al igual que se plantea con cualquier otro problema, hay que tomar conciencia y hacer un análisis de la situación ¿se trata de un sentimiento pasajero o llevo tiempo en esta situación?
• Saber que no siempre podemos cambiar los acontecimientos, pero sí podemos cambiar la actitud con la que nos enfrentamos a ellos. Hay que ponerse en marcha una vez comprendida cuál es nuestra realidad, cuáles son nuestras carencias y con qué recursos contamos para salir de ello.
• Tomar conciencia con las emociones negativas. ¿Sientes algo más que soledad?, ¿le acompañan otras sensaciones (miedos, ansiedad, angustia)? Reconocerlas es fundamental a la hora de analizar el escenario en el que nos movemos.
• Sentirse bien con uno mismo y elevar la autoestima forman parte de cualquier procedimiento de cambio y enriquecimiento personal. Este es un momento más ¿Cómo te encuentras tú?
• Pensar en planificar actividades positivas y gratificantes que nos lleven a reconvertir ese tiempo en algo bueno y algo nuestro.
• Descubre el placer de las pequeñas cosas y de los actos cotidianos como son el dormir, pasear, comer, escuchar los sonidos de la naturaleza, leer…
• Disfrutar de cada acción, de cada momento, al igual que el artista trabaja meticulosamente en su obra y disfruta de cada paso en su creación.
• Evita las situaciones de estrés y el cansancio ya que se pueden intensificar las sensaciones de soledad.
• Analiza tus habilidades de comunicación y habilidades sociales. Tal vez tengas que aprender nuevas estrategias de relación interpersonal o bien poner en marcha las que ya tienes aprendidas y has abandonado a raíz de tu desazón.
• Si las razones que te han llevado a estar solo son la pérdida de un familiar, amigo, una pareja… busca el apoyo de las personas que te rodean.
• Ponte metas de cambio y conviértelas en acciones que pondrás en marcha. Recuerda ir lográndolas con pequeños pasos.
• Auto-refuérzate por los pequeños logros y los cambios que vayas consiguiendo.

Además, para salir de este tipo de situación nos ayudará el hecho de colocarnos desde la perspectiva que habitualmente reconocemos como optimista. Esta postura nos llevaría a afrontar los acontecimientos pensando en que nosotros tenemos el control, que las cosas pueden cambiar, y que somos quienes tenemos que asumir la responsabilidad de lograr que ocurran las cosas buenas, ya que lo malo es temporal y puntual. 

El proceso por el que aprendemos a vivir solos nos reconforta y nos fortalece. Recuerda que somos nosotros mismos, con lo que hacemos, quienes vamos construyendo nuestra propia historia. 

Estas orientaciones son generales. Hay que ajustarlas a cada persona y a su propia situación. No hay dos individuos iguales, y las necesidades pueden ser muy diversas. 

Si, a pesar de poner en marcha los recursos con los que cuentas, te resulta difícil salir de la situación, lo mejor es pedir la ayuda de un profesional. El trabajo conjunto te ayudará a poder vencer tu sensación de soledad.